CARMELA CARVAJAL BRIONES (1851-1931).
Fuente: Ministerio de Defensa. Armada de Chile y sitios webs dedicados a biografías y efemérides históricas y navales.
Infancia Carmela Carvajal nació en Quillota el 16 de julio de 1851, hija de don Diego Carvajal y Zárate y de doña María Briones Insunza. Fue la menor de cuatro hermanos, quienes quedaron huérfanos a temprana edad (cuando Carmela tenía 11 años). Es por ello que Carmela se crió en la casa de su hermano José Jesús, quien estaba casado con doña Concepción Chacón, tía materna de Arturo Prat. Fue, a través de este vínculo que Carmela conoció al joven cadete, durante las tertulias a las que asistían tanto don Pedro Chacón como Concepción Chacón en la ciudad de Valparaíso. Así nació un amor que duraría toda la vida.
De regreso del viaje que repatrió desde Perú los restos mortales de O'Higgins, trajo Prat regalos para Carmela, un costurero, un abanico, una cruz de plata y un tarjetero de marfil. La relación era muy obvia pero muy reservada para Prat, se molestaba cuando hacían relación a su noviazgo. Además de la timidez natural, otra de las razones por la que se molestaba Prat era el temor de formalizar una relación para la cual no tenía el dinero con que mantener un matrimonio. Cuando se enteró de que sería ascendido a capitán de corbeta, se decidió finalmente pedir la mano de Carmela, el año 1873. Un poco posterior a esto, se encuentra la única carta de amor de Prat a su novia. "Mi Carmela, mi vida, mi tesoro, tengo que decirte, incluso el que te adoro cada día con más vehemencia, no lo hago ahora porque temo empeorarme. Recibe el corazón apasionado de tu Arturo".
El 5 de mayo de 1873 tocaban las campanas nupciales en la iglesia San Agustín de Valparaíso. Se tendió una alfombra roja, por la que pasó la radiante novia de 22 años, huérfana de madre y padre desde niña, crecida al amparo de sus hermanos que la relacionaron con la familia Chacón, que la adoptó como una más de la familia. Alta, esbelta y bella, se encontró con un Arturo Prat robusto, de amplia frente por su calvicie, espesa barba y de paso firme. Los bendijo el clérigo José Francisco Salas, a las 10.30 horas. Eran ya marido y mujer. Prat trataba a su mujer como una igual, como una compañera (algo difícil de encontrar en la época decimonónica), encargándole por ejemplo del presupuesto familiar, y él mismo haciéndose cargo de algunos de los problemas domésticos: "A cada momento me parece que te veo rendida de mecer a nuestra hija, sin que a tu lado esté y compartir, aunque sea en pequeño, tus trabajos...".
Su Familia Los recién casados pasaron su luna de miel en Quillota, desde donde se dirigían a las Termas de Cauquenes. Después, el esposo regresó a Valparaíso, para retomar sus deberes navales. Sólo en octubre se reuniría de nuevo con su mujer. Para esa fecha, Carmela estaba embarazada de su primera hija. Prat anotó para el acontecimiento del nacimiento de su hija: El 5 de marzo nació Carmela de la Concepción a las 9.35 AM, en circunstancias que el día anterior me había ido yo a Santiago... El 5 de abril fue bautizada en la Parroquia del Espíritu Santo, siendo los padrinos la Conchita con José Jesús. "Se me figura que ha de estar muy viva, risueña, juguetona... Anoche soñé con ella y parecía que me conocía y aunque con carita un poco afligida, me echaba los bracitos al cuello..." Pero al igual que los hermanos mayores de Prat, la niña heredó una contextura en extremo frágil y enfermiza. Arturo le escribe a Carmela: "Continúa usando la homeopatía para mi hijita y avísame luego que esté sana". Tenía, sin duda, la esperanza que el método que (supone él) le curó su condición endeble, hiciera las mismas maravillas en Carmelita. Pero no funcionaba, la vida de la niña se iba extinguiendo cada día más, para desesperación de una madre impotente y un padre desesperado en la plegaria. "¡Pobre angelito!, ya no puedo verla, al menos quiero que esté sana". El problema de Carmelita, una hernia causada por el retiro del cordón umbilical, al que se le agregaban diferentes males (diarrea, fiebre, etc.). Para desesperación de Prat, al término de su estación anual, debe ser transportado al centro del país por el "Abtao", que no llega. El domingo 13 de diciembre finalmente llega el vapor y le escribe a su mujer: "Luego pues te voy a ver, como también a mi hijita que espero que esté completamente sana..." Pero la niña había muerto hacía una semana, el día 5. Al anochecer le llega una carta desoladora de su mujer: "Arturo de mi corazón: nuestro querido angelito sigue mal; siento que mi corazón desfallece de dolor y tú no estás para sostenerme... Si te fuera posible venirte, sería mi único consuelo. No desesperes mi bien, piensa en tu infeliz Carmela" Más desesperación para Prat, el vapor no podrá salir hasta el día 18. Todas sus esperanzas fueron destruidas en el viaje, con una esquela de pésame, entregada en algún puerto intermedio, firmada por Juan José Latorre. Anotó Arturo, al pie de la carta anterior de Carmela: "El 5 de diciembre, a las 1 horas 3 minutos de la noche, murió mi hija Carmela de la Concepción. Esta carta es la destinada a anunciármelo, la amargura que revela debiera habérmelo hecho comprender, pero tan dulce es la esperanza". Posteriormente, nacieron sus otros dos hijos: Blanca Estela y Arturo Héctor. Su único hijo varón nació a fines de 1878, durante su estadía en Argentina antes de la Guerra del Pacífico. Fue bautizado con el nombre de su padre, en contra de su voluntad, pues él no quería que su hijo se llamara Arturo, sino que tuviera un nombre más heroico. Guerra del Pacífico y viudez.
Con la llegada de la Guerra del Pacífico, Prat partió al norte de Chile, quedando Carmela nuevamente sola, a cargo de sus hijos.
El 21 de mayo de 1879 ocurre la muerte de Arturo Prat, mientras comandaba la «Esmeralda», durante el reconocido Combate naval de Iquique. Sólo dos días después la noticia de la batalla llegaría a Valparaíso, pero Carmela no supo de la muerte de su esposo hasta la noche del 24 de mayo. El Almirante Miguel Grau Seminario, capitán del «Huáscar», envió los objetos personales de Prat, diario personal, uniforme, espada entre otros a la viuda de Prat. Junto con ellos, Carmela Carvajal recibió una carta del Almirante peruano, demostrando la calidad personal de su rival, la hidalguía y sus altos valores morales, denominado luego "El Caballero de los Mares".
Tras haber quedado viuda, decidió irse a vivir a Curimón para alejarse del dolor que significó la muerte de Prat. En 1881 volvió a Valparaíso, y ese mismo año, su casa sufrió un incendio y lo perdió todo, excepto las queridas reliquias que Grau le había mandado. Cuando sus hijos ingresaron a la Universidad, Carvajal cambió su residencia a Santiago de Chile. Con la llegada de la Guerra del Pacífico, Prat partió al norte de Chile, quedando Carmela nuevamente sola, a cargo de sus hijos.
El 21 de mayo de 1879 ocurre la muerte de Arturo Prat, mientras comandaba la «Esmeralda», durante el reconocido Combate naval de Iquique. Sólo dos días después la noticia de la batalla llegaría a Valparaíso, pero Carmela no supo de la muerte de su esposo hasta la noche del 24 de mayo. El Almirante Miguel Grau Seminario, capitán del «Huáscar», envió los objetos personales de Prat, diario personal, uniforme, espada entre otros a la viuda de Prat. Junto con ellos, Carmela Carvajal recibió una carta del Almirante peruano, demostrando la calidad personal de su rival, la hidalguía y sus altos valores morales, denominado luego "El Caballero de los Mares".
Tras haber quedado viuda, decidió irse a vivir a Curimón para alejarse del dolor que significó la muerte de Prat. En 1881 volvió a Valparaíso, y ese mismo año, su casa sufrió un incendio y lo perdió todo, excepto las queridas reliquias que Grau le había mandado. Cuando sus hijos ingresaron a la Universidad, Carvajal cambió su residencia a Santiago de Chile.
Finalmente fallece el día 16 de agosto de 1931, víctima de un ataque de angina, provocando un hondo pesar en el país debido a su valentía como mujer...
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