Una década de canciones, emoción y orgullo caleuchano
- Mariela Silva
- 2 jun
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 4 jun
El Buque Madre se llenó de música y tradición en la conmemoración de los 10 años del disco A los Amantes del Mar.

Fue una noche mágica. Bajo el cielo estrellado y sobre la cubierta del Buque Madre, los acordes de nuestras canciones volvieron a desplegar velas y memorias en una velada que quedará anclada en el corazón caleuchano. A diez años del lanzamiento del emblemático disco A los Amantes del Mar, sus creadores —los queridos socios Jaime Bascuñán, Pablo Acuña y Augusto Pinochet, cadetes de alma y voz— ofrecieron un concierto íntimo, profundo y cargado de sentido.
El reencuentro con estas melodías no fue solo musical. Fue espiritual. Fue volver a navegar por las emociones que estas canciones han tejido en tantas singladuras del Caleuche: camaradería, tradición, humor, nostalgia y, por sobre todo, honor.
Desde los primeros acordes de Avante el Bogatún, los asistentes supieron que sería una noche para recordar. Tema tras tema, Las Voces del Caleuche repasaron con maestría el repertorio completo de la producción: En esa copa de vino, Adiós Carmela, Navegar, navegar, Corazones de cuatro vientos, Los cadetes caleuchanos, Capitán de trabazones, Los boteros de Iquique, Mujer del puerto y La corbeta.
Uno de los momentos más emotivos fue la interpretación de Arturo de mi Corazón, a dúo por Rosario y Jaime Bascuñán, que conmovió a todos los presentes. El silencio respetuoso que se impuso en cubierta fue testimonio del sentimiento compartido: Arturo Prat vive también en la música.
El Comandante del Buque Madre, Roberto Macchiavello Marcelí, se hizo presente y compartió con la tripulación este homenaje vivo a nuestra historia y espíritu naval. Su presencia fue el reflejo del orgullo que sentimos al ver cómo el Caleuche sigue siendo un faro cultural y afectivo para sus miembros.
La iniciativa fue organizada por el área de Eventos del Caleuche, liderada con energía y visión por el Brigadier de Activos José Macchiavello, quien ha impulsado una agenda pensada para reunir y fortalecer los lazos de la familia caleuchana a través de actividades con contenido, historia y alma.
Con aplausos cerrados, abrazos fraternos y alguna lágrima bien contenida, la jornada concluyó como empezó: con el corazón henchido de emoción y los vientos del sur empujando nuestras velas hacia nuevas travesías.
Porque el Caleuche no se detiene. Y porque, mientras haya mar, habrá canción.
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