Este fue el último viaje imaginario antes de llegar a tierra y la tripulación, como siempre, se vistió con uniforme de gala para disfrutar junto a sus “sirenas” una jornada colmada de camaradería, recuerdos, historias y mucha alegría,
Este bogatún fue un reencuentro entre compañeros y generaciones; una jornada distendida que permitió recordar y poner en práctica la armonía del conjunto, el sentido de trabajar hacia un mismo objetivo y que entre todos pueden “tomar la boga” y seguir en un viaje imaginario en el que el llamado a estar listos y en cubierta rememora sus mejores años como marinos. Toda la tradición naval y de la Marina de Chile, más viva que nunca. ¡Todos a bordo en el Buque Madre!
Las añoranzas de mar, las anécdotas de cuando ingresaron a la Escuela Naval siendo unos niños y cómo el rigor de la Marina los hizo hombres de bien, llenos de coraje y patriotismo. Fueron parte de una noche inolvidable.
Los años en alta mar ya se han ido como así las hazañas donde el Vencer o Morir, era parte del horizonte. Hoy, estos caleuchanos siguen navegando en sus corazones y cada vez que suena la trompeta y se iza la bandera en el palo mayor, la mirada de estos ex marinos, se pierde en los recuerdos y el corazón se hace grande. Se hace inmenso.
En el puente, ingresaron a la Escuela Naval siendo unos niños entre 10 a 14 años, momentos cuando se ingresaba a la Escuela Naval con 10 o 12 años, unos niños que comenzaban una aventura y un mundo nuevo que se abría a los pies de los nuevos aprendices.