LA NIÑEZ DE NUESTRO GRAN HÉROE:
Arturo Prat Chacón es uno de los héroes más admirados y recordados de la historia de Chile. Su valentía y sacrificio en el combate naval de Iquique, durante la Guerra del Pacífico, lo convirtieron en un símbolo de patriotismo y honor. Pero ¿cómo fue la niñez de este ilustre marino y abogado? ¿Qué influencias y experiencias marcaron su carácter y su vocación?
Arturo Prat nació el 3 de abril de 1848 en la hacienda San Agustín de Puñual, cerca de Ninhue, en la región del Ñuble. Fue el cuarto hijo de Agustín Prat Barril y María del Rosario Chacón Barrios, ambos descendientes de familias españolas establecidas en Chile desde el siglo XVIII. Su padre era comerciante y su madre se dedicaba al cuidado del hogar y de sus hijos.
Desde pequeño, Arturo mostró una salud delicada y una complexión frágil, lo que preocupaba a su madre, quien le aplicaba el método hidroterapéutico de Priessnitz, consistente en baños fríos y compresas húmedas. Su padre, en cambio, le inculcó el amor por la lectura, la historia y la geografía, así como el gusto por los ejercicios físicos y las actividades al aire libre.
Cuando Arturo tenía un año, su familia sufrió una grave crisis económica debido a los malos negocios de su tío Andrés Chacón, quien había perdido su fortuna en la fiebre del oro de California. Por esta razón, tuvieron que vender la hacienda y trasladarse a Santiago, donde se instalaron en una chacra de su abuelo materno, Pedro Chacón, en la actual comuna de Providencia.
Allí, Arturo creció rodeado de naturaleza y animales, lo que favoreció su desarrollo físico y mental. También tuvo sus primeros contactos con otros niños de su edad, con quienes compartía juegos, travesuras y peleas. En una ocasión, fue atropellado por un coche mientras disputaba una riña con otro niño, pero no sufrió mayores consecuencias.
En 1856, ingresó a la escuela primaria en la llamada "Escuela de la Campana", ubicada en la calle Nueva de San Diego (hoy Arturo Prat), dirigida por el visitador general Bernardo Suárez y el subdirector Eliseo Otaíza. Allí demostró ser un alumno aplicado, disciplinado y sobresaliente en materias como lectura, geografía y religión. Sin embargo, tenía dificultades con la aritmética, que logró superar con esfuerzo y dedicación.
En 1858, cuando tenía diez años, se produjo el hecho que cambiaría su vida para siempre: su ingreso a la Escuela Naval del Estado. Su padre lo llevó a Valparaíso para que conociera el puerto y los barcos, y le propuso que se presentara al examen de admisión. Arturo aceptó el desafío y logró pasar las pruebas escritas y orales con éxito. Así comenzó su carrera naval, que lo llevaría a participar en las guerras contra España y del Pacífico, a estudiar derecho y a convertirse en el máximo héroe naval de Chile.
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